El gobierno Harper y la guerra en Gaza: Un apoyo a la paz?

Marcelo Solervicens, montréal, 3 de agosto de 2014

Siguió ocupando el centro de la noticia internacional esta semana, la cruenta invasión terrestre del ejército israelí en Gaza que se traduce en el aumento constante del número de civiles palestinos muertos incluso por bombardeos en las escuelas de la ONU. La responsable de las operaciones humanitarias de la ONU en Gaza, Valeria Ramos, declaró que no existe ahora ningún lugar seguro para los palestinos en Gaza.

Por su parte el gobierno de benjamín Netanyahu, insiste en que continuarán con la misión militar hasta haber destruido todos los túneles que permiten el abastecimiento en armas del brazo militar de Hamas que les permite lanzar cohetes contra el territorio israelí.

Existe un consenso cada vez mayor entre los observadores en que Israel ha perdido la batalla de la opinión pública mundial. La tesis defendida tradicionalmente, del derecho de Israel a defenderse contra sus enemigos puede difícilmente justificar la respuesta desproporcionada del ejército Israelí que ya aumenta a cerca de dos mil muertos civiles palestinos que aumenta constantemente desde que comenzaron los bombardeos y que el 8 de julio se inició la invasión terrestre.

En ese marco, la posición del gobierno Harper, de apoyo incondicional a Israel y condena absoluta de Hamas, responsable, según el gobierno canadiense actual de la tragedia que se vive en Gaza, es crecientemente criticada. No porque se cuestione que Israel tenga efectivamente derecho a defenderse, como cualquier Estado. Tampoco porque ello signifique adoptar posición en defensa de Hamas, que efectivamente se inscribe en la tendencia integrista apoyada por Irán. El problema esencial es que la posición del gobierno Harper, en lugar de contribuir a la paz, atiza un conflicto que no necesita que se favorezca la violencia. En ese sentido la carta de intelectuales quebequenses refleja algunos de los temas centrales que justifican las críticas al cambio de la política tradicional de Canadá.

En efecto, Canadá, no es una gran potencia mundial, pero su política exterior desde los tiempos del legendario Lester B. Pearson, se caracterizó por jugar un rol fundamental en beneficio de la solución pacifica de conflictos internacionales y particularmente del conflicto Israel Palestina. El apoyo incondicional que entrega el gobierno Harper a la política guerrerista del gobierno de Benjamín Netanyahu, que no critica siquiera elementos que Washington, su principal aliado internacional, si critica como las muertes de civiles inocentes y que intenta jugar un rol de pacificación. Un elemento que se encuentra inserto en la declaración universal de los derechos humanos es que los estados no pueden bajo ninguna justificación realizar acciones armas contra civiles como ocurre en Gaza.

Por otro lado, el derecho de guerra, porque Gaza es un territorio ocupado de acuerdo al derecho internacional obliga a la potencia ocupante a respetar la población civil y asegurarle las condiciones de sobrevida. Es una violación del derecho internacional los bombardeos contra civiles, aunque Israel los justifique como escudos humanos de Hamas. También en oposición del derecho internacional fue la construcción del muro que rodea Gaza y el bloqueo permanente que aflige la población civil. A ello se agrega la política sistemática de instalación de colonias israelíes en Cisjordania que transforman en queso suizo el territorio palestino.

La solución del conflicto solo puede ser negociada y la comunidad internacional ha avanzado en la definición de la salida en el establecimiento de dos estados que se reconocen mutuamente.

Ciertamente, la situación en el medio oriente es compleja. Lo que exige, más aún, el uso de una fina diplomacia.

Entre las complejidades, está efectivamente que el efecto perverso de las políticas de agresión de Israel es que favorecieron las tendencias más radicales del integrismo apoyadas por Irán. Luego de la caída del gobierno de los hermanos Musulmanes dirigido por Mohamed Morsi y la imposición del nuevo gobierno dirigido por Abdel Fatah al Sissi, Hamas perdió un apoyo de gran importancia, porque el nuevo gobierno egipcio considera Hamas como parte de su cruzada contra los hermanos musulmanes. También Arabia Saudita está contra Hamas y otros aliados tradicionales de Hamas también le han abandonado. En ese marco, en lugar de favorecer el acuerdo entre Hamas y la autoridad palestina la posición del gobierno canadiense no contribuye a la paz en la región.

Sin embargo, más allá de las complejidades, está claro que la comunidad internacional tiene un deber de crear marcos para la resolución pacífica de los conflictos. Sobre todo en caso de conflictos que no tienen solución militar como el que subyace en el conflicto Israel Palestina.

La posición del gobierno Harper causa vergüenza a muchos canadienses porque significa justificar la muerte de miles de víctimas inocentes y no respetar no solo el derecho internacional sino uno de los preceptos bíblicos básicos del ojo por ojo. Una lógica que sólo aumenta la tragedia que nutre mayores odios y alimenta una espiral de violencia que no tiene fin.

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